La tormenta no pasó. Nunca pasó
la tormenta, porque cuando dejó de llover, todo se oscureció y en la ciudad
sobrevino la oscuridad, que quedará por muchos días.
Quiero contar el testimonio de lo
que vivimos esa noche, porque me parece valioso que la gente afectada cuente lo
que vio y lo que sintió, porque como sabemos, los medios desinforman y nos
mienten mucho.
A nosotros, a los platenses que
padecemos esta tragedia, no nos van a poder engañar tan fácilmente. Sabemos de
los muertos, sabemos de la desesperación, sabemos del abandono total por parte
del Estado, sabemos de los robos y los saqueos y lo del miedo de ni siquiera
poder limpiar la casa tranquilamente, porque te están acechando para sacarte lo
que queda. También sabemos, que si no fuera por los amigos y vecinos, muchos no
nos hubiéramos salvado. Lo mismo ahora con la solidaridad: que es de la gente,
de la gente común y corriente, de un vecino que se salvó o de otro que aún en
la misma situación, te pregunta: ¿qué necesitás?
La fatídica noche del temporal, yo
la pasé junto a 15 personas, entre ellos 6 niños -de los cuales 3 eran muy
pequeños- y una anciana (que fue rescatada de su casa por uno de los vecinos
que nos acompañaba). También estaban con nosotros las mascotas: cuatro perros y
dos gatos, en un altillo, en donde el agua, por suerte, no pudo llegar.
Nos refugiamos todos en la parte
de arriba de la casa de mi suegra, que generosamente les abrió la puerta a los
vecinos que ya no tenían adónde ir. Así pasamos todos una noche terrible, con
miedo, porque la lluvia no paraba y el agua no dejaba de subir, sin poder
comunicarnos y esperando en todo momento que ALGUIEN viniera a rescatarnos. Al
otro día, a las once de la mañana, cuando recién el agua bajó un poco, y nos
llegaba hasta la cintura, pudimos salir y caminar hacia un lugar seco. Tampoco
vino NADIE (llámese Policía, bomberos o defensa civil) a preguntar ni a traer
nada. Y aún hoy, no se han acercado a ver qué necesita la gente de ese barrio
(así pasará en tantos otros…)
Una vez más, aunque en otras
circunstancias, nos sentimos protagonistas de una imagen que antes sólo pasaba
en la tele, algo que nos parecía lejano y que creíamos que nunca nos iba a
suceder. Ahora la vivimos, y es triste y desesperante, porque dan impotencia
muchas cosas y porque todavía nos sentimos desprotegidos (y tal vez más que
antes)
Pero estamos vivos, lo estamos
contando y pareciera que nos tenemos que contentar con eso, porque mucha gente
murió esperando que la fueran a rescatar. Y hay que destacar que esa noche –¡otra
vez!- fue la ayuda mutua la que hizo posible que sobreviviera mucha gente,
porque hasta el otro día, el día
después, como sabemos no apareció nadie ni del municipio, ni de la provincia,
ni de Nación. Sólo en los medios: para mentir, para decir que estaban armando
operativos que no hicieron, y brindando asistencia que no apareció. AUSENCIA,
AUSENCIA, AUSENCIA e IMPROVISACIÓN .
Además de la reconstrucción,
ahora es tiempo de reflexión y de acción. Hay mucho por hacer, y hay mucho que
pensar. Esta tragedia nos pone blanco sobre negro, y hace trasparente cuán mal
estamos en muchos aspectos. También muestra las cosas buenas: la familia y los
amigos, los miles de casos de héroes silenciosos, los que arriesgaron su vida
para salvar a otro, y los que ayudan desinteresadamente a los que más lo
necesitan.
Pero de lo otro también hay que
hablar: del oportunismo, la rapiña y el aprovechamiento del estado de caos. Hay
que hablar de la falta de humanidad de los que saquean, los que roban, los que
asaltan camiones con donaciones y los que esperan que te vayas de tu casa devastada,
para sacarte lo poco que queda.
Y hay que hablar de nuestros
impresentables gobernantes que no sólo no saben qué hacer, sino que además
operan en nuestra contra: nos abandonan, ocultan información, no saben cómo
organizar la ayuda ni cómo asistir, no tienen los medios ni los recursos (o no
los ponen a nuestra disposición) y nos desprotegen: una y otra vez nos
desprotegen con su desidia, su falta de acción y su falta de toma de
decisiones. ¿Cuándo nos van a escuchar? ¿Y cuándo vamos a escuchar nosotros lo
que tienen para decirnos estos hechos? Cada uno ahora tiene que pensar en la
parte que le toca, aún los afectados, porque este “castigo” que parece ser
divino, en realidad es la muestra de muchas cosas que no se hicieron bien en su
momento.
Pero no es momento de echar
culpas, sin embargo. Es momento de echar luz. Es momento de ponerse a trabajar
en muchos frentes, es momento de unirnos para exigir una calidad de vida mejor.
Las crisis, aunque dolorosas,
sirven para algo. Tanta pérdida tiene que servir para los que sobrevivimos.
Sin dudas, a todos nos costará
mucho reponernos, pero aprendamos, aprendamos por nosotros y por nuestros hijos,
aprendamos por lo que nos queda, y encaremos por fin la revolución que es
necesaria.
“Sólo después de haberlo perdido
todo, es que se puede ganar todo otra vez”.
HOLA MARIELA: COMO SIEMPRE TAN ACERTADA...LAMENTO LO QUE PASASTE JUNTO A OTRAS PERSONAS. NO DEJA DE SER LO QUE LE PASÓ A MUCHOS, PERO VOS SABES EXPLICARLO Y ESO HACE QUE QUE LO SINTAMOS MUCHO MÁS
ResponderEliminarOJALÁ, COMO TÚ DICES ESTA TRISTE EXPERIENCIA SIRVA PARA QUE RECAPACITEMOS...PARA EL FUTURO. SINO LO HACEMOS POR NOSOTROS ,DEBEMOS HACERLO POR NUESTROS HIJOS Y NUESTROS NIETOS. TU EX ALUMNA LIDIA.
gracias por tus palabras Mariela, soy Eladia, profe del BBA, integrante de la Profetroupe.
ResponderEliminarAmiga, Hermana...qué más agregar a todo lo que has pintado tan gráficamente (porque lo viviste en primera persona). Me quedo con tus palabras del final: "...encaremos por fin la revolución que es necesaria.Sólo después de haberlo perdido todo, es que se puede ganar todo otra vez"
ResponderEliminarMi querida otra vez el dolor te golpea y a los que te queremos
ResponderEliminarnos duele mucho.
El sistema de red de desagüe tiene 100 años o más, a eso le agregamos que se construye donde había una vivienda, 30 o cuarenta más. Esto es sólo una advertencia, para los que aprueban, para los que compran y dejan sin absorción al suelo, para los que tiran basura en cualquier parte, me la saco de encima total, alguien la recogerá, a los empresarios que sólo piensan en ganar y cada vez ganar mas y en poco tiempo, claro, a la desatención por el futuro que tienen muchos gobernantes, en fin a toda una sociedad enferma de éxitos sin porvenir, siii reflexionemos que el futuro es hoy.
Pongamos amor donde hay odios o deseos de sobresalir, la suerte termina alguna vez y allí se ven los despojos.
Pongamos esperanza, donde ya casi no lo encontramos, porque mucha gente fue varias veces golpeada y la desesperación es el nuevo rostro que inauguran.
Si necesitás algo de lo que pueda acercarte, sólo llamame.
A mi cuñado tambien le tocó le subió agua 1.7 mts. en su planta baja.
Te deseo como siempre lo mejor, estaré esperando. Rosa Graciela, tu exalumna, tu amiga