Llenate de amarillo y vas a ver
cómo refresca. Un amarillo intenso, estridente, con cuerpo. Respiralo y sentí
cómo limpia. Todo va a quedar vacío, y entonces será tiempo de volver a llenar
el espacio. Sólo cuando te despojás de todo lo que tenías podés empezar de
nuevo, sino es un continuar eterno que tarde o temprano va a terminar por
hastiarte. Lo sé, te está pasando ahora. Vas a cansarte. Pero si te llenás de
amarillo, y después te volvés transparente (procurá no convertirte en vidrio,
porque se corre el riesgo de quedar frágil in eternum) vas a ver que
después nada más queda generar buenas ideas, tirar dados y escoger una vida
nueva. Buscá otra manera de mirar. Fijáte si querés ser terrestre o acuático;
si te sienta mejor el aire que el agua. Intentá volar. Subite a un árbol y si
ves que tus brazos están lo suficientemente seguros, tirate al vacío; pero si
están más bien blandos, entonces será mejor que te sumerjas en el agua. Por
eso, es que preciso que antes decidas en qué ecosistema querés estar. Y eso sí:
lo primero que tenés que hacer para despojarte de tu antigua vida es olvidarte
de tu nombre y borrar toda huella que tenga que ver con él. Si aún así, la
gente te sigue llamando por tu nombre y al oírlo te sentís identificado,
entonces no lo lograste. Entonces todavía tenés algo de él y de vos. Para
deshacerte de tu nombre, tenés que matar al Yo que vive adentro tuyo. Pensalo
bien: ¿sos capaz de matar? ¿podés asesinar y después presentarte al mundo sin
culpa? Estas preguntas tenés que responderlas antes de empezar con todo, con el
amarillo inclusive. Porque de eso no se vuelve. Y no podés dejar la tarea por
la mitad, porque te va a volver un ser confuso y sin rumbo, y la gente, lejos
de no conocerte, no te entenderá y podrás correr el riesgo de inspirar miedo.
Es importante que cuando estés
convencido, empieces con el amarillo. El verde y el naranja te pueden llevar por otros caminos
menos felices. Advertencia: NUNCA pienses en colores pastel, ni tampoco en
valores. El blanco cierra puertas pesadas, y el negro... no me atrevo a
describirlo. Pero después no digas que no te avisé. Sólo un amarillo furioso
puede lograr efectos. No se te ocurra atenuar. Cargá y cargá la imagen con tu
mente. No pienses en ese momento ni en personas, ni en animales, ni en lo que
has dejado atrás. Y no mezcles la paleta. Tenés que estar muy seguro del
cambio. Una vez que hayas iniciado el ritual, sólo te queda esperar, ya que lo
habrás perdido todo.
(2007)
No hay comentarios:
Publicar un comentario