Von Trier otra vez. Amenaza con dejarme sin
palabras, el pecho oprimido, algo en la garganta, una angustia que sobreviene
después de un silencio… imágenes de una película que se repite otra vez
conectando algo con la otra película, la de mi cabeza.
Von Trier otra vez conmovedor, cumpliendo
como nadie con aquella premisa que Martín Heidegger le asignaba a la verdadera
obra de arte: “poner en obra”. Conmover.
¿Quién puede en este mundo adormilado,
vaciado de sentido a veces, estandarizado hasta lo indecible, conmoverse hoy?
¿Quién puede sacudir la chatura, penetrar la superficie y tocarnos por allí una
fibra? ¿Quién se atreve a hablar así del Hombre? ¿Quién se atreve a indagar en
su miseria, a mostrarla con esa crudeza y escrudiñarnos hasta hacernos sentir
que nosotros también somos parte, que nosotros también tenemos manchas, que en
el fondo todos sufrimos?
¿Quién se atreve a hablar así de la soledad?
¿Quién se atreve a hablar así del amor?
¿Quién se atreve a hablar así de la oscuridad
que todos tenemos en nuestra alma? (¿La “falta” de la que hablaba Lacan? ¿El
agujero con el que inevitablemente venimos y con el que inevitablemente nos
vamos?)
Pocos, muy pocos. Como pocos podemos
soportarlo. Como ir a terapia… ¿quién está preparado para escuchar la “verdad”?
¿Quién puede pararse frente a un espejo y decir “esto soy”?
Hay que tener mucho coraje, mucha fortaleza.
Y es cine. Parece mentira, pero es cine y demanda una predisposición enorme
para escuchar/ ver cosas, que a lo mejor no podemos resistir.
¿Quién puede? (No hay culpa en ello, en no
poder. A veces estamos débiles)
Es demasiado profundo. “Va” demasiado
profundo. Cala demasiado hondo. Si no nos conmueve, estamos muertos. O
adormecidos de indiferencia, que sería más o menos lo mismo.
Pero hay que animarse. A pensar, hay que
animarse. A pensar de otro modo. A la “seriedad” de la que habla Krishnamurti.
Una seriedad que no es “seria” en el sentido aburrido del término, ni tiene
porqué renunciar a la alegría. Una seriedad que es de compromiso, con nosotros
mismos y con el Universo.
Perdemos demasiado el tiempo. Estamos
demasiado entretenidos.
La vida pasa mientras. Pasa… pasa.
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